18 jun 2008

Garganta de los Caballeros, Navalguijo (Ávila)






Querido Marco: he ido esta mañana a ver a mi médico Hermógenes, que acaba de regresar a la Villa después de un largo viaje por Asia. El examen debía hacerse en ayunas; habíamos convenido encontrarnos en las primeras horas del día. Me tendí sobre un lecho luego de despojarme del manto y la túnica. Te evito detalles que te resultarían tan desagradables como a mí mismo, y la descripción del cuerpo de un hombre que envejece y se prepara a morir de una hidropesía del corazón. Digamos solamente que tosí, respiré y contuve el aliento conforme a las indicaciones de Hermógenes, alarmado a pesar suyo por el rápido progreso de la enfermedad, y pronto a descargar el peso de la culpa en el joven Iollas, que me atendió durante su ausencia. Es difícil seguir siendo emperador ante un médico, y también es difícil guardar la calidad de hombre.

17 jun 2008

Mano sobre mano






Cuando Gregor Samsa se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto. Estaba tumbado sobre su espalda dura y en forma de caparazón y, al levantar un poco la cabeza, veía un vientre abombado, parduzco, dividido por partes duras en forma de arco, sobre cuya protuberancia apenas podía mantenerse el cobertor, a punto ya de resbalar al suelo. Sus muchas patas, ridículamente pequeñas en comparación con el resto de su tamaño, le vibraban desamparadas ante los ojos.

16 jun 2008

Calles






Él -porque no cabía duda sobre su sexo, aunque la moda de la época contribuyera a disfrazarlo- estaba acometiendo la cabeza de un moro que pendía de las vigas. La cabeza era del color de una vieja pelota de football, y más o menos de la misma forma, salvo por las mejillas hundidas y una hebra o dos de pelo seco y ordinario, como el pelo de un coco.

11 jun 2008

Marvao, Portalegre (Portugal)






Un día, ya entrada en años, en el vestíbulo de un edificio público, un hombre se me acercó. Se dio a conocer y me dijo: "La conozco desde siempre. Todo el mundo dice que de joven era usted hermosa, me he acercado para decirle que en mi opinión la considero más hermosa ahora que en su juventud, su rostro de muchacha me gustaba mucho menos que el de ahora, devastado".

10 jun 2008

Jabón, soap, savon, sapone, sabonete...






Una forma de hombre, ya no un cuerpo, que caminaba penosamente por un paraje seco, pelado y frío, se acercó a la figura sentada bajo el único árbol a la orilla del río. Una barca flotaba inmóvil amarrada al árbol. El árbol estaba desnudo de hojas, desguarnecido y era escuálido; se alzaba en el aire como un esqueleto sorprendido en el acto de contraer sus huesos. Cuando la forma se acercó a pocos pasos de ella, la figura se irguió de pronto. Era un anciano alto y fornido y llevaba una capa andrajosa anudada al cuello; esperó y observó al recién llegado con ojos llameantes: era la figura de una persona sin edad, de larga barba y cabellera blancas. El espectro del hombre anduvo los pasos que faltaban con evidente fatiga y, al llegar ante el anciano, se estremeció. El recién llegado era un forma de hombre de edad madura atacado por una lividez casi transparente, pero no un viejo. Estuvo contando tiempo en silencio mientras recuperaba el aliento. El cielo incoloro reflejaba la tierra. Al cabo de un momento, aquella alma levantó la cabeza y preguntó, como si le costara un gran esfuerzo:
-¿Es éste el lugar donde vive la Muerte?
-Éste es -repuso la figura.
-En tal caso -dijo el alma del hombre-, aquí es adonde vengo.

9 jun 2008

El Duero en San Saturio, Soria






Era el mejor y el peor de los tiempos, una edad de sabiduría y de necedad, una época de creencia y de incredulidad, un momento de luz y de tinieblas, la primavera de la esperanza, el invierno del desaliento, todo lo teníamos ante nosotros, nada teníamos ante nosotros, íbamos derechos al Cielo o directamente al otro sitio.

8 jun 2008

La Angostura, Candelario (Salamanca)






Nadie hubiera creído en los últimos años del siglo XIX que las cosas humanas fueran escudriñadas aguda y atentamente por inteligencias superiores a la del hombre y mortales, sin embargo, como la de éste; que mientras los hombres se afanaban en sus asuntos fuesen examinados y estudiados casi de tan cerca como pueden serlo en el microscopio las transitorias criaturas que pululan y se multiplican en una gota de agua. Con infinita suficiencia iban y venían los hombres por el mundo, ocupándose en sus asuntillos, serenos en la seguridad de su imperio sobre la materia.

7 jun 2008

Tejados, Candelario (Salamanca)





Andaban, y al andar cantaban Eterna memoria. Los pies, los caballos y el soplo del viento parecían continuar el cántico en las pausas.
Los transeúntes abrían paso al cortejo, contaban las coronas y se santiguaban. Los curiosos, metiéndose entre las filas, preguntaban:
-¿Quien es el muerto?
Y les respondían:
-Jivago.
-¡Ah! Entonces se comprende.
-Pero no él. Ella.
-Lo mismo da. ¡Dios la haya perdonado! Lujoso entierro.
Transcurrieron los últimos minutos, contados e irrevocables.

6 jun 2008

Monsanto, Castelo Branco (Portugal)


Detrás de él, en acongojado diapasón, volvía el Albacea a su recuento de responsos, crucero, ofrendas, vestuario, blandones, bayetas y flores, obituario y requiem -y había venido éste de gran uniforme, y había llorado aquél, y había dicho el otro que no éramos nada...- sin que la idea de la muerte acabara de hacerse lúgubre a bordo de aquella barca que cruzaba la bahía bajo un tórrido sol de media tarde, cuya luz rebrillaba en todas las olas, encandilando por la espuma y la burbuja, quemante en descubierto, quemante bajo el toldo, metido en los ojos, en los poros, intolerable para las manos que buscaban un descando en las bordas.

5 jun 2008

San Saturio, Soria






Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo. Mi madre me lo dijo. Y yo le prometí que vendría a verlo en cuanto ella muriera. Le apreté sus manos en señal de que lo haría; pues ella estaba por morirse y yo en un plan de prometerlo todo. "No dejes de ir a visitarlo -me recomendó-. Se llama de este modo y de este otro. Estoy segura de que le dará gusto conocerte." Entonces no pude hacer otra cosa sino decirle que así lo haría, y de tanto decírselo se lo seguí diciendo aun después que a mis manos les costó trabajo zafarse de sus manos muertas.