Después..., pero después ya no importa, más o menos ya lo he ido contando. Nada queda. Hay un hecho incuestionable cuyo alcance aún no hemos asimilado los hombres: que el cuerpo admite la muerte mientras que el espíritu la rechaza; ese es el resultado de la horrible violencia que el ser humano ejerce sobre sí mismo, a diferencia de los otros seres vivos, porque hubo un tiempo en que fuimos meros animales, exactamente hasta el descubrimiento de lo que sería la causa de nuestra infelicidad: que empezamos a ser animales capaces de observarnos a nosotros mismos.
Esta pared de hielo
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