El día en que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5.30 de la mañana para esperar el buque en que llegaba el obispo. Había soñado que atravesaba un bosque de higuerones donde caía una llovizna tierna, y por un instante fue feliz en el sueño, pero al despertar se sintió por completo salpicado de cagada de pájaros. "Siempre soñaba con árboles", me dijo Plácida Linero, su madre, evocando 27 años después los pormenores de aquel lunes ingrato.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Memoria
-
►
2010
(15)
- ► julio 2010 (2)
- ► junio 2010 (6)
-
►
2009
(39)
- ► septiembre 2009 (4)
- ► agosto 2009 (3)
- ► julio 2009 (13)
- ► junio 2009 (19)
No hay comentarios:
Publicar un comentario